sábado, 23 de agosto de 2014

El sueño de Paula

En ese momento no me dolía la cabeza. Pero no recordaba por qué estaba ahí, ni sabía con certeza en dónde estaba. Reconocí algunos fragmentos de muchos lugares en los que había estado pero ninguno era ESE sitio. En el momento no me preocupó, no tenía ninguna incertidumbre, sentí que todas las dudas estaban resueltas. Al principio estaba sola, estoy segura de eso, estaba completamente sola y no había más ruido que el de mi respiración. Entonces me di cuenta de que no había parpadeado, no sé por qué lo pensé, a veces uno reflexiona sobre ese tipo de cosas obvias, pero en ese momento, de repente, caí en cuenta de aquello y me llamó la atención porque mis ojos no dolían y no se asomó siquiera una lágrima.

Entonces parpadeé y apareció alguien, en pantaloneta, con un esqueleto y un par de audífonos. Lo miré pero él no a mí. Parpadeé una vez más y apareció un muchacho fumando sobre una banca al lado mío, no sé si la banca ya estaba ahí, pero creo que sí. Lo miré como diciéndole que quitara eso que me fastidiaba el humo, pero en verdad no olía a nada, y él ni siquiera se dio cuenta de que yo lo estaba viendo porque siguió fumando mirando hacia al frente y el único momento en que puso su mirada sobre mí, lo hizo a la altura de mi pecho y como mirando a través de mí.

Guiñé una vez más mientras lo miraba a los ojos, entonces él sin girar la mirada empezó a mover la mano y sonrío. ¡Me estaba saludando! Me acerqué entusiasmada mientras le sonreía, pero él siguió sonriendo y saludando, entonces me giré y vi que venía una chica, pero tampoco ella me veía. Entonces parpadeé muchas veces seguidas enloquecida porque alguien me reconociera y cuando decidí que era suficiente, estaba rodeada de mucha gente, pero nadie me vio, pasaban a través de mí, botaban objetos cerca de mí y hasta una pareja se besó dentro de mi cabeza, los escuché dentro, pero no dolió.

Me alejé hasta donde no había nadie. Y fue entonces que lo descubrí, vi a un muchacho a los ojos y supe que perdería el año, vi al corredor en pantaloneta y él se estrellaría, vi a una anciana que iba a perder la vista pronto, vi al futuro a los ojos. Entonces todos me miraron, el millón de personas en el cuarto, miraron indiferentes, no había en sus ojos más que vacío. Parpadeé y desaparecieron.

Entonces llegó el miedo y la angustia, el dolor en la cabeza, sentí mis ojos y por fin sentí dolor; los cerré y di mil vueltas en la oscuridad pero no tocaba nada, ni sentía mareo, sólo dolor, un dolor inmenso. Y no había nadie, quise gritar pero sólo salió aire, por fin caí y me quedé una eternidad acompañada únicamente por el dolor. Entonces abrí los ojos, sólo había un espejo, grande, enmarcado en plata. Había una luz opaca sobre mí y de resto todo era oscuro. Entonces me vi a los ojos y supe lo que me pasaría, estaba condenada al olvido absoluto, sabía que no iba a quedar nada, y el miedo se hizo más grande, la cabeza iba a estallar. Escuché las voces de mi mamá, las risas de mi hermanita y lloré, lloré muchísimo porque todo eso lo olvidaría. El dolor no cesaba pero ya no dolía en la cabeza, sino dentro, debajo de las costillas, como en el alma.

Ya me había entregado al llanto por completo y entregado al olvido, cuando apareciste. Sentí que siempre habías estado ahí, tomaste mi mano y secaste mis lágrimas, te grité adolorida por no haberme protegido, y te recriminé por condenarme al olvido. Pero no era tu culpa, no era culpa de nadie, me abrazaste y luego con tu mano me tapaste los ojos, no veía nada pero me sentía protegida, aunque aún dolía mucho dentro, hasta que me besaste; entonces se esfumó todo dolor y olvidé al olvido.


La belle Irlandaise, 1865-66
Gustave Courbet



Desapareciste y yo también, para aparecer de nuevo en mi cuarto, con mis piernas temblando y el rostro todo mojado. Eso fue hace muchos años, siempre deseé volver a verte al menos sólo para agradecerte, pensarás que estoy loca por contarte todo esto mientras dices no haberme visto antes. Pero por favor no me olvides ni tampoco que yo ya te conocía. Estaba en deuda contigo, y si no fuera por ti, yo estaría en el olvido.

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